Peguy

 Diciembre 1897. Se publica Jeanne d´Arc (Juana de Arco) en mil ejemplares. 752 páginas sin numerar. Hay páginas enteras en blanco del todo inmaculadas, otras con una sola línea. La lectura y la meditación lenta, calma la comparación, el ensimismamiento que exige larga paciencia. La disposición del alma que los monjes medievales llamaban ruminatio. Peguy desea sólo que el público se ponga en frente a la extraordinaria "vida interior" de su heroína con la misma intensidad con lo que lo ha hecho él.

No se vende ni siquiera una copia. Bueno, sólo una. Y los libreros se lo recordarán por largo tiempo como un evento excepcional. 

Una deblacle. 

El libro se abre una solemne dedicación: "A todos aquellos y a todos los que han vivido, a todos aquellos y a todos los que habrán muerto para intentar remediar el mal universal. En particular, a todos aquellos y a todos los que han vivido su vida humana, a todos aquellos y a todos los que habrán muerto de su muerte humana para intentar remediar el mal universal humano"

Juana de Arco: "No se trata de mi: no tengo nada que mandar, yo, que sea mío. Pero yo vengo de parte de Aquél que tiene el mando sobre todo el mundo. EL consejo de mi Dios vale más que todos los consejos. No se ponen condiciones a Dios".